Por: Ignacio Rivoira (2º Bac)
Picasso sólo estuvo dos veces en el Reino Unido: la muestra abarca
desde su primera exposición en Londres en 1910 hasta la gran
retrospectiva organizada en 1960. Aún así, desde el principio de la
exposición hasta el final, las obras de Picasso se exponen intercaladas
con las pinturas de los diferentes artistas ingleses que se dejaron
influenciar por su versátil pincelada. Artistas como Francis Bacon,
David Hockey o Henry Moore reflejan en sus obras tendencias y rasgos del
autor malagueño. Cada uno fue capaz de plasmar en sus cuadros huellas
de la amplia variedad pictórica de Picasso.
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Así se presenta una exposición cargada de
abstracción, expresividad y motivación. Llena de pinturas que reflejan
sentimientos e incitan al espectador a pensar. Producen sensaciones de
asombro, de desconcierto. Inducen a la búsqueda de la definición ambigua
del significado de cada pintura. Dejan puertas abiertas para el libre
entendimiento de cada uno. En resumen, el cubismo habla desde el
interior de la pintura y nosotros escuchamos al margen de la misma. A
partir de ahí, que cada uno elabore su propia interpretación.
Dentro del variado contenido de la exposición,
podemos encontrar esculturas, bosquejos, retratos, instrumentos,
crucifixiones. Podemos presenciar el cubismo, el surrealismo y la
abstracción del arte británico durante el sigo XX. Además de utópicas
obras como: Las tres bailarinas, Desnudo de mujer en sillón rojo y
Cabeza de un hombre con bigote.
La exposición, estructurada a lo largo de más de
nueve salas, brinda la oportunidad de desvincularse. Ofrece la
posibilidad de aislarse en el mundo de lo indefinido. Sumergirse en una
pintura ajena a la realidad, al libre entendimiento de nuestros
sentidos. Pone a prueba los límites de la imaginación.