domingo, 17 de febrero de 2013

Semana en Roma

Por: Ainara Vasquez y Lynda Peña

En la madrugada del 31 de enero  los nervios y las expectativas de los alumnos se notaban en el aire ya que esperábamos al autocar con el cual comenzaríamos nuestro trayecto hacia Roma.
Tras un viaje agotador llegábamos al Liceo. Desde el autobús se escuchaban  los gritos de los italianos y veíamos sus caras de felicidad. En cuanto se abrieron las puertas del autobús todos se nos echaron encima para saludarnos, nos era casi imposible salir del vehículo y coger nuestro equipaje.
El primer día visitamos el Coliseo, el cual nos impresionó mucho ya que era espectacular ver aquel monumento creado en la antigua Roma y que, de alguna manera, aún mantenía aquella magia que tuvo en la historia. 
También visitamos el Vaticano, donde nos sorprendimos al ver las decoraciones de los techos y las pinturas. Pero, sin duda, lo más impresionante fue la Capilla Sixtina, cada pintura contaba una historia distinta y eran tan elaboradas que hasta daba la sensación de estar en 3D. Luego, cuando los profesores nos dejaron una hora libre muchos de nosotros decidimos subir a la cúpula de la capilla a pie. Fue un trayecto cansino y duro ya que eran más de seiscientas escaleras y algunas de ellas tan estrechas que llegaban a ser claustrofóbicas, pero mereció la pena ya que desde arriba había unas vistas impresionantes.
En cuanto a los italianos con los que compartimos la experiencia, nos llevamos muy bien con todos. Salíamos casi todas las tardes y nos enseñaban sus sitios favoritos de Roma y los que más frecuentaban. Uno de los lugares que más no gustó fue el parque de Villa Pamphili donde fuimos una tarde a jugar un partido de fútbol de Roma vs. Londres. El parque era enorme y muy bonito, algunos estuvieron jugando, otros sentados o dando un paseo charlando entre nosotros o con los italianos. Al oscurecer, comenzamos a recoger nuestras cosas y caminar hacia la entrada. Mientras caminábamos cantábamos o hablábamos entre nosotros, y al llegar a la entrada vimos que ya habían cerrado el parque. Tuvimos que escalar la verja y salir todos.
Llegamos a coger mucho cariño a muchos de ellos, lo cual hizo que la despedida fuese muy dura. Muchos lloraron, pero al menos teníamos el consuelo de que en un mes ellos estarán aquí y nos volveremos a ver.

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